Los controladores de tránsito aéreo o ATC son profesionales encargados de gestionar y ordenar el tráfico aéreo para garantizar su seguridad y fluidez, principalmente.
La creencia general es que un controlador trabaja en una torre de control en un aeropuerto. Aunque eso es cierto, muchas veces se ignora el hecho de que existen otras instalaciones que albergan muchos de estos profesionales, en las que se gestiona todo lo que el público general no suele ver.
De este modo, un ATC puede desempeñar su labor en dos entornos principales: la torre de control, y el centro de control. Como es de esperar, cada controlador tiene un rol definido según el lugar donde éste trabaje. Llevan a cabo funciones diferentes pero complementarias.
LAS TORRES DE CONTROL
Estos edificios situados en los aeropuertos y aeródromos brindan a los controladores un espacio con vistas panorámicas del lugar, desde el cual se gestionan los rodajes en tierra y las autorizaciones de despegue y aterrizaje. Además, también se trabaja en coordinación con vehículos, servicios de emergencia y otras aeronaves.
Un controlador de torre está en contacto visual directo con todo lo que ocurre en el aeropuerto, por lo que se puede afirmar que trabaja en una oficina como ninguna otra.
LOS CENTROS DE CONTROL
Un centro de control suele ser un edificio relativamente grande para albergar a muchos profesionales, y donde se realizan dos labores principales: aproximación y ruta.
El controlador de aproximación guía a las aeronaves durante las fases de llegada y salida del aeropuerto, asegurando que sigan rutas seguras y que mantengan las separaciones mínimas requeridas. Se encarga de secuenciar los aterrizajes y de facilitar una transición fluida entre el aeropuerto y el espacio aéreo superior.
Quizás el resultado más característico de este rol se ve en las cercanías de un aeropuerto, donde los aviones parecen ir en fila india esperando su turno para aterrizar.
El controlador de ruta o rutero gestiona el tráfico en fase de crucero dentro de amplias regiones de espacio aéreo, supervisando múltiples vuelos simultáneamente. Garantiza la separación entre aeronaves, autoriza cambios de nivel o de rumbo por tráfico o meteorología, y coordina los traspasos entre sectores y países.
Ambas funciones requieren un enfoque estratégico, gran capacidad de planificación y una coordinación constante con otras dependencias de control.
LOS GUARDIANES INVISIBLES DEL AIRE
La profesión de controlador aéreo exige concentración extrema, agilidad mental y toma de decisiones bajo presión. Aunque su labor suele ser invisible para los pasajeros, es vital para que cada vuelo se realice con seguridad y eficiencia.
Los procesos de selección para convertirse en ATC pueden variar dependiendo del país y de la empresa, pero suelen contener exigentes pruebas que desafían las habilidades de los candidatos en los campos del razonamiento abstracto, lógico y espacial, así como la capacidad de trabajar bajo estrés y presión, y sobre todo, en equipo.